Nuestro modelo de escuela inclusiva con oportunidades para todos
En el colegio Cardenal Spínola hablar de inclusión educativa es hablar de lo que somos como escuela, de nuestra identidad y de un carisma propio. En otras palabras, es poner de manifiesto nuestra misión, la cual entiende dicha inclusión como una forma de vida. Es algo que va más allá de una simple respuesta educativa. Así, nos encontramos ante una escuela que aprende de las distintas realidades y que entiende las dificultades como oportunidades de aprendizaje y crecimiento.
De esta forma cambiamos nuestra mirada: en lugar de poner el foco en el déficit o en la falta, miramos al alumno por completo y siempre del lado de sus posibilidades. Y sabemos que la respuesta no se centrará en él solamente, sino que es necesario que otros factores asuman que no es éste quien presenta las dificultades, sino que es el propio contexto el que no le acoge con su realidad.
PUESTA EN PRÁCTICA: COMUNICACIÓN Y ACOMPAÑAMIENTO
Nuestra práctica como escuela inclusiva es una realidad en el aula, en los patios, en la vida del centro. La gran pregunta es cómo llevar esto a la práctica, y para que esto suceda, es necesario trabajar desde diferentes ámbitos, incluyendo tanto agentes personales como institucionales. Por un lado, es fundamental el apoyo desde el centro, desde el colegio: que la mirada inclusiva no sólo sea una decisión personal, sino que el propio centro establezca y estructure la misma. Para ello, el propio Plan de Centro deberá recoger decisiones en cuanto a la organización de espacios, recursos personales y materiales, filosofía educativa… que posibilite y fomente una respuesta para todos.
Otro ámbito de apoyo sería el aula, que en nuestro caso supone cambiar la mirada que se centra en un alumno con necesidades ya reconocidas para entender que todos nuestros alumnos pueden presentar dificultades de manera puntual o permanente. De este modo, el PT o profesor de apoyo no selecciona a aquellos que se presupone que lo necesitan y los lleva a un aula diferenciada con un trabajo específico –no podemos educar en inclusión practicando la exclusión-; sino que es este profesional el que entra en el aula para acompañar los procesos de todos los alumnos. Así, con dos profesionales en el aula, la atención logra ser más individualizada y consigue desmitificar el déficit de alumnos concretos a la vez que los desvincula de la figura del PT. El maestro de educación especial es un profesor más en el aula que ayuda a todos.
En este sentido, organizar una dinámica de aula con dos docentes dentro de la misma implica una preparación. Para ello, también se reserva un tiempo y espacio de apoyo al profesor, en el que tutor y PT destinan una hora semanal para coordinar el trabajo del aula. De este modo, se genera un espacio donde además de preparar lo que se quiere realizar en el aula, se habla de alumnos que preocupan, se preparan las entrevistas familiares, se realizan seguimientos a los alumnos, se decide la organización del aula y los agrupamientos, realizar adaptaciones… En definitiva, es una ocasión para poner encima de la mesa aquello que nos proponemos como objetivo dentro del proyecto del grupo y de cada alumno.
Una de las bases de nuestro trabajo es el acompañamiento familiar. Un alumno es también y, sobre todo, su realidad y contexto más inmediato. Así, las entrevistas familiares son el momento perfecto para aunar criterios que lleven al alumno a un desarrollo lo más completo y óptimo posible. Se genera un espacio de confianza donde todos los implicados (familia, profesores y alumnos) puedan dialogar y llegar a acuerdos que marquen el camino a seguir. Es habitual que este tipo de entrevistas se den una vez al trimestre, aunque son muchas las familias que puedan necesitar un número mayor de encuentros. Resulta crucial que las veces que familia y escuela se encuentren esté ajustado a cada una de las necesidades.
Y habiendo abordado diferentes niveles de apoyo, no podemos olvidar el apoyo al alumno, la parte más individualizada. Ésta no sólo se traducirá en la intervención directa en el aula, sino que es acompañamiento y seguimiento personal y emocional, y supondrá la clave para un buen vínculo así como para ir ajustando la respuesta educativa lo máximo posible. Para ello, durante la jornada escolar, se generan momentos de encuentro, propuestos por el profesor o por el alumno, donde el tutor, el PT o ambos pueden conversar de una manera más privada y directa con los alumnos.
Desde nuestro enfoque como escuela inclusiva entendemos que la comunidad donde el alumno vive y se desarrolla debe estar también preparada para su realidad y por eso es otro de los ámbitos de trabajo. En este sentido, nuestro centro propone diferentes talleres, jornadas o formaciones donde las personas de la comunidad pueden conocer nuestro trabajo, así como otras realidades o puntos de vista. Gracias a estos momentos, puede extenderse al contexto más inmediato del alumno otras formas de relación que ayuden a que su entorno acoja de otro modo cada una de sus necesidades.
Compartir con otras escuelas nuestro modelo permite que este se extienda y que sean cada vez más personas las que lo conocen. Por eso el apoyo interescuelas también tiene un lugar destacado. Además, no sólo con centros que proporcionan una educación formal, sino con asociaciones o entidades que buscan otras formas de crecer y compartir su proyecto. Así, en nuestro colegio contamos con varios acuerdos con por los que damos oportunidades de inserción socio-laboral a adultos con necesidades. Desempeñan una labor profesional para nuestra escuela, pero sobre todo son testimonio vivo de nuestro modelo de educación inclusiva, permitiendo que los alumnos vean que todos tenemos un hueco en la sociedad.
NUESTRA REALIDAD: LA DIFERENCIA COMO RIQUEZA.
Sería difícil enumerar todos los aspectos positivos que conlleva nuestro cambio de mirada, esta forma de educar en la inclusión, pero si tuviéramos que destacar uno, sin duda, sería la riqueza que supone para los otros alumnos, para los profesores y para el centro en general, la oportunidad de que tantos y tantos alumnos con necesidades nos elijan para acompañarlos en su camino de crecimiento y desarrollo.
Sabemos que nuestro trabajo ha conseguido crear una comunidad segura, acogedora, que pueda ser estimulante para quien llega. Y lo más importante, educar a unos niños y niñas, muchos ya adultos hoy, que creen en la igualdad de manera genuina, natural, y que entienden la diferencia como riqueza: el mayor de los regalos que te ofrece la inclusión.